Comienzo

Vueltas sincrónicas
marcan la nota justa
para que el tenor entone
un grito desprolijo
sobre el sueño tenue
de un Buenos Aires blando
que presiona la cabeza
sobre el cemento
tratando de encontrar la pampa.



Marioneta

El muñeco de alambre
está roto en el centro
en el corazón
en la locura
en el deseo
en el instante
en el colon
en tu sociedad
en tu patria.
Está roto,
igual que mi paciencia.



Ideología

En la gorra de baseball
los tulipanes han echado raíz
(zanahoria negra y batata)
objetando la flor
de la cabeza pelada
que maquinaba una ayuda
para sus víctimas.



Empacho

Tragándome la saliva roja
en la pequeñez impotente del insecto
la historia me indigesta.



Río ancho

Garras arriba del paisaje,
acariciando el éter polvoriento,
el duende invisible del grito
se clava en el poro del agua
y la comprime en burbujas,
negras de tanto olvido
de tanto ahogado que anda suelto y no se sabe.



Desfile de carrozas

Flores de celofán
y papel creppe
hacen enredaderas.
Los diamantes dispersos
parecen sapos
y el rey coronado
un cofre de caoba.
Las coronas que ciñen la cabeza
pasan de largo al derretirse.



Desde que se fue  

Caminito, tiempo,
Vía Crucis de prueba
para alcanzar la felicidad
en la perversión consumada
de las dos mujeres
que me miran.



Arquero

La pelota cae
sobre la oreja cortada
y los pedacitos de carne
son empujados al arco
con flechas
dibujadas
de dedos
debido a que el anillo
se enganchó en la red.
En la carnicería el precio es tan alto
que es mejor jugar a los fichines.



El combinado

La radio solía contarle al tocadiscos
que en el 82 no ganamos el mundial
ni la guerra
que en el 86 nos tomamos la revancha
y en el 90 lo intentamos otra vez
pero fue en vano.
El tocadiscos solía contestarle
a esa radio idiota
"Los muchachos de antes no usaban gomina".
Es inútil, argumentaba,
estar bien arreglados
ante los que dictan las leyes del juego,
los desquites, para engañar y conformar
a los muchachos de hoy
que tampoco usan gomina
pero no saben el motivo.



Cansancio

El bunker que encierra nuestros huesos
está enmohecido por la tinta.
El carnicero no ha limpiado la picana
y el metal se oxida en nuestro amor
molido y sudoroso.



Moralina 

La moral me encima
con lujuria
me penetra la boca con los senos
me desarma la oreja con sus yemas
susurrándole
al ojo que la escucha
poemas sobre el virus
adormecido en la encía.


Moralina II

Las venas hinchadas traslucen la sangre
y la sombra del donante
se cuelga en la pared
de un hueco
en el que una jeringa
yace dormida y expectante
a que la transfusión
se lleve a cabo.



Paredón

Privatización delatada
a favor del porvenir
de la pampa, de la vía
y del empréstito
contraído por el Sur
a favor
de Pompeya
y
de la Bolsa.



Receta

Comer demasiado no está bien.
Hay que apretar los dientes
y agregarle un agujero al cinturón
para sonreír frente a la dieta
y no caer en la enfermedad contagiosa
de creer que otros engordan
sobre la base de nuestros huesos
deformados por la moda
del raquitismo.



Vísceras

El riñón luce
tatuajes fabulosos
leyendas de dioses
que rinden tributos
a la bilis.
El pulmón guarda
la miel para la víctima
en tanto se seca
el rumor del corazón
en la sentencia.
De improviso
el intestino se funde
en el éter acuoso
y Buenos Aires
lanza su señal de riachuelo.



Volver

La frente marchita
se entrelaza al secreto
del retorno
por medio de un Nietzsche
enlatado
en la estación de Retiro
con rumbo descosido de tangos
inspirados en Gardel
con
la frente rota
la mente nueva.



Transeúntes

Estatuas tatuadas, torturadas,
tiradas, reformadas, adornadas con aros,
con anos, con años, con anchos surcos de penas
o con piernas, con miedos, con absurdos continuos,
con resortes, con los parques desnudos,
con las plazas quemadas…
Con las calles heridas por la lluvia.



Súplica



Al pedir el boleto hay que impostar la voz.
Oliverio Girondo


Che, narigón,
¿no ves vos mi voz sacudiéndote un poema,
suplicándote un momento de paz, de pez, sin pis, sin
escuchar el ruidito en el inodoro doloro de las traiciones,
naciones inundadas por la orina que en la orilla me moja los
zapatos? ¿No podés dejar de mojar, de sopar, de meter eso
en el lugar en el que yo quería meter esto, y no me dejaron?
(o sea, se esmeraron para joderme, tenerme, amarrarme,
encerrarme, ahogarme, y me importa un carajo que no te
des cuenta, que te creas el cuento político de la pacificación
sin tensión, del perdón honroso, decoroso, salitroso, de los
humillados salvados por los explotadores, ladrones, gorriones
que se comen el maíz del país, y tu nariz no me miente
aunque se achique) ¿Me hacés un favor? ¿Me devolvés el
ticket así lo tiro, lo miro, lo expiro, sonrío, respiro un poco
y no me enfermo de gris, o sea de pis, y me dejás de picanear?
Dale ñato, sé bueno.